La casa literaria de José Luis Miguez de Soto posee muchas y hermosas habitaciones.
Desde oscuros pasadizos hasta luminosos jardines interiores, sólo la pericia y la versatilidad de su dueño puede pasearnos por ellos con segura mano y sin muebles que nos hagan tropezar. Se fluye deliciosamente hasta por las zonas más sombrías, en una suerte de descubrimiento incesante e irrepetible. La decoración nunca es excesiva, jamás.
Dirigirse desde la peripecia que nos intriga y hace avanzar en el relato, casi sin descripciones fisicas o psicológicas que nos distraigan, hasta desenlaces imprevisibles y logrados, resulta la formula preferida del narrador. Predomina la situación de manera casi absoluta. La acciónn ágil y sin pausas, que se basa en argumentos sólidos.
Prof. Lauro Marauda